Tengo la sensación de que ya todo
se ha escrito, de que ya no queda nada
cósmico ni epigráfico que pueda
ser mezclado en papel y tinta negra.
Y sin embargo, sigo haciendo letras
sobre los blancos fondos de un cuaderno,
por si el Apocalipsis estallara
y fueran necesarios versos nuevos
o anónimos poetas que sembraran
de palabras y verbos,
bibliotecas.
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